BARCELONA: MUCHO MÁS QUE UN VIAJE DE ESTUDIOS

Después de 2 años en los que el COVID-19 nos había impedido realizar el viaje de fin de curso de 4º de la ESO a Barcelona, el 7 de abril a las 6 de la mañana, los alumnos de este curso de la Compasión Escolapios nos montábamos en un autobús con destino a la ciudad catalana. Fue un viaje que se hizo largo, todo el mundo quería llegar lo antes posible, y las ganas se sentían en el ambiente.

La esperada llegada al hostal nos alegró las caras a todos, pero la estancia duró poco. Estábamos agotados, pero el día solo había empezado. Tras una pequeña parada para comer, nos dirigimos a la boca de metro, un lugar que para la gran mayoría de nosotros era desconocido y muy parecido a un laberinto.

En unos pocos minutos, habíamos cruzado la ciudad y estábamos en el barrio de El Raval. Ninguno de nosotros teníamos muy claro qué hacíamos allí. Nuestras dudas fueron resueltas cuando entramos a un local con el nombre de El Lloc de la Donna o, en castellano, el sitio de la mujer. Dos trabajadoras nos recibieron, y una de ellas dio una charla sobre la prostitución. Este tema es de gran interés para las personas jóvenes, y fue una exposición de hechos reales que a veces se nos olvidan. Dicho esto, muchos de nosotros estábamos un poco adormecidos, y no pudimos apreciar este momento al completo.

La siguiente actividad ya fue en el exterior, paseando por la ciudad catalana en la que viven más de un millón y medio de personas. Conocimos el puerto barcelonés (Port Vell), repleto de gaviotas; caminamos las Ramblas de arriba abajo, un gran paseo en el que reinan los puestos de souvenirs y las ventas a turistas; descansamos en la Plaza Cataluña; y andamos por todo el Passeig de Gracia.

Lo que vino después fue nuestra primera sorpresa del viaje, aunque no la última: un escape room. En grupos de unas seis personas, intentamos salir de habitaciones con un misterio por descubrir. Cada uno de los grupos tenía una historia diferente, pero todos nosotros nos divertimos en este juego. Para cuando salimos del escape room eran ya las once pasadas, así que cenamos y comenzamos a andar hacia el hostal. La gran mayoría de nosotros no podíamos con nuestros pies, y se nos hizo un camino eterno. Caímos en la cama exhaustos, y antes de que nos diéramos cuenta, estaba sonando el despertador.

Estábamos en pie a las siete y media, y seguíamos igual de cansados que cuando nos habíamos dormido. Sin embargo, el día no iba a esperar por nosotros, así que desayunamos y salimos a la calle de nuevo.

Nuestra primera visita del día fue a la Sagrada Familia. Desgraciadamente, no pudimos entrar, pero la fachada nos pareció verdaderamente impresionante. Aunque esta enorme catedral no será terminada hasta 2026, la parte ya acabada es asombrosa.

Después de un largo rato observando y admirando la construcción, cogimos de nuevo el metro, que esta vez nos llevo al barrio de El Born, donde se encuentra la catedral de Santa María del Mar. Puede que reconozcas este nombre por el libro y la serie que se han hecho basados en su construcción. Allí, hicimos una visita guiada por la catedral, en la que aprendimos datos muy interesantes sobre la basílica, como, por ejemplo, algunas de las mentiras que cuentan los libros sobre su edificación. Fue una visita cautivadora.

Hicimos luego una pequeña parada en el Parc de la Ciutadella, y seguidamente comimos en la playa de la Barceloneta. Estuvimos tumbados en la playa una gran parte de la tarde, donde tomamos el sol, charlamos y, los más valientes, se metieron al agua helada. Merendamos todos un helado, y volvimos a empezar a andar.

Seguimos nuestro camino por la ciudad, con un destino final que ninguno de nosotros conocíamos. Andamos durante un rato largo. De hecho, cuando llegamos a donde nos esperaban, ya era la hora de cenar. Nuestra ultima actividad del día fue una obra de teatro un tanto especial. Con el nombre de Improshow, la obra parece poco convencional. Y así fue, con 5 distintas interpretaciones cómicas, tres actores nos hicieron una demostración de su capacidad de improvisación. Fue uno de los mejores momentos del viaje, en el que todos nos reímos juntos.

Al día siguiente, nos montamos en el autobús que nos llevaba a Port Aventura. Tristes de que el viaje se acabara ese día, pero ansiosos de llegar, el viaje se convirtió en un concierto. Llegamos temprano, pero los problemas se nos pusieron delante, y estuvimos esperando horas fuera. La espera mereció la pena, y dentro del parque, cada uno se divirtió como quiso. Estaba lleno de gente, y todos nos lo pasamos genial rodeados por nuestros amigos.

El día se acabó antes de que nos diéramos cuenta, tal y como el viaje en sí. Con esto, a lo que me refiero es que, esto no ha sido un viaje de estudios a Barcelona. Ha sido una despedida un poco temprana de la ESO. El año que viene todos hemos escogido un nuevo camino, pero estos 3 días nos han recordado que siempre nos tendremos los unos a los otros, aunque solo sea como un bonito recuerdo de nuestra adolescencia.

AUTORA: CLAUDIA LEÓN