HELLEN KELLER: UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN
Cuando nos hablan sobre mujeres en la historia a todos nos vienen a la mente nombres como Marie Curie, Frida Kahlo, Ana Frank o Rosa Parks, pero realmente ha habido cientos y miles de mujeres no tan conocidas, que, sin que casi nadie lo sepa, han cambiado el rumbo de la Historia. Este artículo trata sobre la vida de Helen Keller, una famosa escritora, activista política y conferenciante estadounidense, que sufrió una grave discapacidad desde su más tierna infancia.
Helen nació el 27 de junio de 1880 en Tuscumbia, Alabama. Tenía apenas 19 meses cuando contrajo una grave enfermedad que hizo que perdiera tanto la vista como el oído de forma permanente. Nadie lograba comunicarse con ella, excepto Martha Washington, la hija de la cocinera de la familia. Su única forma de comunicación con el resto de su familia era por señas, y las utilizaba tanto que, con siete años, ya tenía más de 60 señales de comunicación, y lograba distinguir a las personas según la vibración que producían sus pasos.
Notas de América. Fuente: Casa del Libro.
Su difícil condición hizo que sus padres pensaran durante mucho tiempo que resultaría imposible educarla, hasta que su madre leyó “Notas de América”, un conocido libro de Charles Dickens donde se contaba la historia de Laura Bridgman, la primera niña estadounidense sordociega que, apenas medio siglo antes, había logrado recibir una buena educación y aprendido a leer en braille.
Los padres de Helen, esperanzados tras la lectura del libro, la llevaron a Baltimore para que un famoso otorrinolaringólogo le realizase un estudio en profundidad, y este les aconsejó acudir a Graham Bell, más conocido por ser quien patentó el teléfono pero que, además, fue un reputado logopeda.
Bell les recomendó ir al Instituto Perkins para Ciegos, el mismo lugar donde Laura Bridgman (protagonista del conocido libro de Dickens) había sido educada. El director del instituto estableció como preceptora de Helen a una joven de 20 años llamada Anne Sullivan. Anne se trasladó a Tuscumbia para enseñar a Helen a hablar, leer y escribir. Hacía que Helen tocara un objeto con una mano, mientras en la otra le deletreaba el nombre de dicho objeto con los dedos. Keller tardó un mes en entender la relación entre lo que tocaba y los símbolos que Anne dibujaba en su mano, pero finalmente Helen aprendió a deletrear e incluso formar frases. Enseñarle a hablar fue una tarea mucho más difícil. Para ello, Anne le ponía la mano en la cara para que percibiese la vibración y movimiento de su mandíbula y labios. Después, Helen debía intentar replicar los mismos movimientos con su boca.
Instituto Perkins para ciegos. Fuente: Alamy.
A los diez años finalmente se trasladó a estudiar al instituto Perkins y, con 12, ella y Anne se trasladaron a Nueva York a que Helen se formara en la Escuela Wright-Humason. En 1900, cuando apenas había cumplido los 20 años, fue aceptada en el Radcliffe College de la Universidad de Harvard y, tan solo cuatro años más tarde, se licenció. Con la ayuda de John Albert Macy, quien posteriormente se casaría con Anne Sullivan, Helen escribió su primer libro “La historia de mi vida”. Más tarde se unió a la Federación Estadounidense para Ciegos y fundó la Hellen Keller International, una organización dedicada a combatir la ceguera y desnutrición en todo el mundo. Además, apoyó movimientos feministas como el sufragio, dio conferencias en 35 países de todos los continentes, y conoció a todos los presidentes de Estados Unidos de su época.
Durante su vida recibió importantes premios como la Medalla por Servicio Distinguido, la Medalla Presidencial de la Libertad y la incorporación al Salón de la Fama de la Mujer. Fue una figura extremadamente popular durante la época, aunque no todo fueron flores en su vida.
Pese a haber demostrado que ni la sordera ni la ceguera eran un impedimento para llevar una vida relativamente normal, las presiones del entorno de Helen sí resultaron serlo. En 1916, Helen se enamoró de Peter Fagan, un reportero. Ambos tenían planes de casarse, e incluso fugarse juntos, pero los familiares y personas cercanas a Keller defendieron que el matrimonio y la maternidad no eran opciones para una mujer sorda y ciega. Con esta defensa tiraron por tierra todas las esperanzas de la pareja. Este hecho fue el que inspiró a Helen a describir el amor como “una pequeña isla de alegría rodeada de aguas oscuras”. Nunca se casó, ni tuvo hijos.
Anne Sullivan, quien había sido su compañera durante 49 años, falleció finalmente en 1936. Tras esto, fue nombrada embajadora en Relaciones Internacionales por parte de la American Foundation for Overseas Blind, e hizo diversas giras a lo largo de los cinco continentes.
En 1954 participó en el documental “Helen Keller in Her Story”, que obtuvo un Óscar al mejor documental largo. En 1961 sufrió una serie de desafortunados derrames cerebrales que le obligaron a utilizar una silla de ruedas y disminuir notablemente su actividad.
Finalmente, Helen Keller falleció en Connecticut el 1 de junio de 1968, con 87 años, no sin antes darnos una increíble lección de superación. La vida no es lo que te pasa, sino cómo reaccionas a ello.
AUTORA: ÁNGELA SÁNCHEZ